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Zanzíbar: Niños más sanos gracias a una mejor alimentación escolar

Siete años después de la fundación la escuela Rudolf Steiner de Zanzíbar, en enero del 2020 comenzó un nuevo año con cinco cursos (segundo, quinto, sexto, séptimo y octavo). La escuela conforma,  para los parámetros locales,  un entorno de aprendizaje estable adecuado a la multiplicidad de necesidades de 72 niños y colaboradores de la escuela en Kidichi, Zanzíbar. Para nosotros reporta Sönke Bohn, quien visita y acompaña al colegio frecuentemente.

 

Siete años de desarrollo escolar con una comunidad de profesores y alumnos  ampliamente estable, que ha logrado construir confianza tanto hacia adentro como hacia afuera. Desde la formación de profesores en Nairobi hasta el trabajo conjunto local intensivo y  también por medio de observaciones en escuelas de Europa, hubo y hay mucho apoyo: una iniciativa escolar humilde pero fuerte ha completado su primer septenio.

Aun cuando esta iniciativa ya ha echado raíces potentes, el viento sigue soplando nuevamente con fuerza por la zona: junto al especial cuidado en la selección de docentes, colaboradores –en busca de disposición a la responsabilidad, ímpetu de aprendizaje y formación pedagógica-y la falta de buenas salas de clase, el programa de alimentación escolar al interior de la escuela constituye un gran desafío.

La necesidad de espacio se aborda con soluciones provisorias. Para los permisos ministeriales las salas de clase armadas ad-hoc no resultan muy elegantes. Son oscuras y dan una impresión de precariedad, pero se pueden desarmar rápidamente, cuando haya otras más lindas.  Una sala que es esencialmente más bella y gran impulsadora de aptitudes pedagógicas es la gran sala al aire libre bajo el árbol de mango. Fue sponsoreada y construida por estudiantes de los Emiratos Árabes Unidos. Pero la escuela necesita más salas, porque lo más pronto posible deberá admitirse una nueva clase primera. Ya está la estructura para la ampliación, todavía falta un techo resistente al clima, un buen piso y en lo posible también una veranda.

Mientras que en los colegios europeos al aumentar la cantidad de niños generalmente aumentan los ingresos para la escuela, en éstos contextos precarios aumenta el número de niños y el de gastos pero no aumentan los ingresos. Por lo tanto la admisión de un nuevo grupo implica una decisión difícil, porque el compromiso y la responsabilidad frente a los niños deberán ser sostenidos por muchos años.

En Tanzania, y por lo tanto también en Zanzíbar, la situación de alimentación es muy incierta para una gran parte de la población, a pesar del suelo fértil y las buenas condiciones climáticas.  Muchas personas viven marginadas o en la pobreza. La mayoría de los niños que asisten a la escuela, provienen de éstas circunstancias y algunos de ellos son huérfanos o de familias monoparentales. Pocas veces reciben la atención y el cuidado necesarios por parte de la sociedad. La escuela para ellos es un lugar de seguridad, libre de violencia, con el cuidado correspondiente para el desarrollo de diferentes aptitudes emocionales, cognitivas, cultura artística, salud y muy fundamentalmente, de alimentación.

Con su llamado a donaciones “Alimentación escolar” de los Amigos del Arte de Educación llegó una suma de más de 4000 Euros, de los cuales la escuela pudo disponer por varios meses para realizar mejoras y liberarse de preocupaciones en este ámbito. Los niños reciben antes de clase una papilla de leche, una colación en el recreo, un almuerzo y siempre también algo de fruta o un huevo para el camino a casa, porque a muchos niños sólo les pueden dar una taza de té en sus hogares. La iniciadora de la escuela ya pudo percibir el beneficio de la buena alimentación en ellos: los niños requirieron de asistencia médica con menor frecuencia que antes.

Un objetivo a largo plazo es aminorar la dependencia de donaciones. En el 2019 se logró adquirir 250 gallinas, que desde el verano habitan el predio escolar a la sombra de los árboles de mango, claveles y arbustos. Por supuesto los niños también están involucrados en el cuidado de ellas. Juntar huevos es una tarea fija y realizada con mucha alegría por una clase, por lo que el vínculo con los animales se vuelve esencial y es motivo de felicidad. En la cocina se necesita entonces mucha creatividad para un uso variado. Se pudo conseguir a algunas personas en la ciudad que pueden adquirir los excedentes de huevos, de manera que se logró además una pequeña fuente de ingresos.

Otra perspectiva de sustentabilidad implicará poder contar con un jardinero que se ocupe de proteger la variedad y atender plantas que requieran cuidados intensivos (como aromáticas).  Mussa Ali Mohamed profesor de clase y de huerto, hace algunos años se ha instruido en la jardinería biodinámica. Otro apoyo viene por medio de la cooperativa agrícola, que desde hace años trabaja junto al asesor e impulsor del proyecto de origen alemán, Rudolf Bühler. Así las clases 5ta, 6ta, 7ma y 8va trabajan con incontables frutos, para los que el extenso predio escolar ofrece suficiente lugar por años.  Aquí se plantan diferentes verduras y variedades de frutas, pero también especias. Hay por ejemplo tomates, mandioca, calabaza, maíz, pimientos, paltas, bananas, Shoki-Shoki, cocos, mangos, papaya, pomelos. También se planta pimienta, vainilla, verbena, canela, limoncillo y claveles. Éstos esfuerzos tienen, además de todos los beneficios pedagógicos, también el valor agregado de aportar al programa de alimentación de la escuela, brindando elementos para la cocina escolar. En eso, las alumnas y alumnos de la clase quinta van conociendo todos los pasos del cuidado de claveles, de la cosecha y el aprovechamiento y con la cosecha son premiados con más de ocho kilos de capullos secos. Los esfuerzos sin embargo siempre son saboteados por las familias de monos que se alimentan de árboles y frutos de la tierra.

Cuidando del terreno, los maestros y los niños se vinculan con su entorno ubicado en la Kidichi Spice Area, también con la potente historia de las islas de especias de Zanzíbar y de esa forma realizan un humilde pero valioso aporte al crecimiento y florecimiento del impulso cultural que implica una escuela.

Sönke Bohn

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